Entrevistamos a Peggy Dickinson, ceramista y parte del grupo Fragmentos. Lidera la cooperativa del Taller Galería Dawa ubicado en San Telmo. Es un espacio cooperativo y abierto al público dedicado exclusivamente a la cerámica, referente hoy en día para muchos ceramistas.
Las imágenes son fotografías de cerámicas de Peggy.
La historia de la cerámica y su desarrollo artístico y tecnológico es como la de cualquier descubrimiento científico, y está íntimamente ligada a la historia del ser humano y su evolución. Si bien el ejemplo más antiguo que tenemos de una pieza de alfarería data de hace 18.000 años, se cree que el ser humano conocía las propiedades del barro al endurecerse desde nuestros inicios. Los primeros hombres y mujeres solían armar sus campamentos cerca del agua, para tener un acceso rápido a ella dado que no podían almacenarla. Se cree que viendo sus propias huellas en el barro húmedo, endurecido posteriormente por el sol, notaron como el agua permanecía en las huellas sin absorberse en la tierra. Esto ya les dio una idea sobre la posibilidad de manipular la arcilla húmeda y luego dejarla endurecer al sol para fabricar recipientes y ladrillos para la construcción.
La sofisticación de cocinar el barro a altas temperaturas para lograr un objeto aún más duro y perdurable llegó muchos años después, probablemente por casualidad también hace unos 7000 años. El desarrollo de este oficio para crear piezas que permitan almacenar agua y alimentos permitió a los hombres y mujeres poder trasladarse a lugares más lejos de las orillas de los ríos y arroyos.
El descubrimiento del esmalte llegó hace 5000 años con los egipcios, que lo utilizaban en la decoración de sus vasijas cerámicas. El esmalte, además, evitaba filtraciones y quiebres en las piezas.
Sin embargo, la cerámica no debe asociarse únicamente a elementos de uso doméstico o de la construcción. Hoy en día, este oficio milenario tiene usos muy técnicos y de alto nivel en materia de desarrollos tecnológicos como chips para computadoras, prótesis médicas (desde dientes hasta articulaciones), protecciones para cohetes, aislantes eléctricos, entre otros. La versatilidad que nos ofrece el barro permite crear una variedad de elementos y usos, así como también la creación de piezas únicas de arte.
CF: ¿Cómo te iniciaste en el mundo de la cerámica?¿Podrías contarnos cómo fueron tus inicios y formación?
Peggy: Descubrí la cerámica gracias una una gran amiga, Olga Manzur, en París, Francia en el año 1976. Comencé en el taller de Mme Hubert, maestra de la escuela de artes plásticas.
En el año 1979 me mudé a Venezuela y continué estudiando e incursionando en varias experiencias. En la ciudad de Cumaná trabajé con las mujeres en Manicuare, alfareras olleros que trabajan en las costas del oriente Venezolano. Luego me mudé a la Colonia Tovar, lugar de montañas altas y de población de descendencia alemana, allí experimenté con materiales locales extraídas del terreno y estudié cuidadosamente de los libros de Daniel Rhodes, Bernard Leach y Artigas. Después me mudé a la zona de La Mariposa, a una hora de Caracas, en los cerros pre costeros del mar Caribe, allí aproveché para completar mis estudios en la escuela del maestro Candido Millán y en la universidad tecnológica de Caracas.
CF: ¿Cuáles son tus referentes en cerámica y por qué? ¿Tenés alguna técnica favorita para la realización de las piezas?
P: En este momento son varixs mis referentes, por supuesto mis maestros Candido Millán, Daniel de Montmollin y compañerxs de la escuela de Avellaneda, como Emilio Villafane, Alejandra Bernardi y lxs ceramistas del taller de producción de la escuela. Pero cuando entro a mi taller cada mañana el referente es la arcilla, cómo se presenta el día y cómo estoy en ese momento. La arcilla es mi gran maestra conjuntamente con el horno, dependiendo de estos factores inicio el trabajo del día. No tengo una técnica favorita, normalmente voy desarrollando varios proyectos paralelamente. Me atrae mucho la repetición de la forma y jugar con las texturas y hacer que los colores se transformen de uno a otro color o que una forma se desenvuelva en otra así presentando la posibilidad y la plasticidad del material.
CF: Hoy en día es posible ver en la ciudad más talleres de cerámica en comparación con años anteriores, ¿por qué crees que se dio esta expansión?
P: Cuando regresé a la Argentina, Buenos Aires, en el año 2004, me llamó mucho la atención no encontrar una galería dedicada exclusivamente a la cerámica contemporánea; este fue el incentivo de crear un espacio para ese fin. Los primeros tiempos no fueron fáciles, me encontré con un público desinformado y fue una tarea informativa y educativa en general. Mi opinión es que en el cono sur, o sea la Argentina, Uruguay y Chile sufrieron los años de represión militar y en consecuencia el auge de los años 60 no se terminó de desarrollar en estos países. Las artes fueron diezmadas, y el arte cerámico incluido. Cuando me preguntaban a qué me dedicaba cuando llegue a Bs.As. y les decía qué hacía cerámica la respuesta era que conocían unx familiar o vecinx que también hacía manualidades. Esto me confirmaba que no había un conocimiento del trabajo, de un estudio e investigación del oficio.
Hoy celebro que hayan nacido talleres y espacios dedicados al arte cerámico, y observo que las generaciones jóvenes están en esta búsqueda.
CF: ¿Cómo y por qué surgió la idea de tener el taller galería Dawa? ¿Hay algo particular de Dawa respecto al resto de otros espacios de ceramistas? Actualmente, ¿qué tipo de proyectos personales te interesa desarrollar?
P: El oficio cerámico se inscribe en tres lugares, el de lx ceramista, con otrxs ceramistas y hacia la comunidad donde trabaja. Siempre trabajé con otrxs, o bien con aprendices en el taller, en creación de talleres de enseñanza o bien con compañerxs ceramistas en proyectos en común. Dawa es un espacio de ceramistas, para ceramistas y para la comunidad. Dawa ofrece seminarios y talleres específicos de técnicas puntuales, invita a ceramistas a exponer y comercializar la producción. En este momento somos un grupo que trabaja en forma cooperativa en atender y organizar las actividades.
Desde hace un par de años estoy promoviendo un trabajo en Río Grande do Sul, Brasil. En el pueblo de Mazambara, zona de cultivo de arroz y donde no hay una actividad cerámica.
CF: ¿La cerámica y la ecología pueden ir de la mano? Hoy en día se está haciendo un uso más consciente de las piezas, ya que son reutilizables y duran muchos años.
P: Estoy de acuerdo en que es más ecológico el material cerámico, pero sobre todo el uso de piezas artesanales. El uso cotidiano de una pieza hecha a mano nos hace conscientes y sensibiliza nuestra humanidad y del lugar que ocupamos en la naturaleza.
CF: La alfarería es un arte que además tiene la posibilidad de ser utilitario. Teniendo en cuenta que la fabricación de cerámicas es una actividad milenaria, que originalmente fue un desarrollo "tecnológico" en algún sentido, hoy en día ¿hay un vínculo entre tecnología y cerámica? ¿Puede la tecnología y la ciencia mejorar la calidad y duración de las piezas?
P: Sí, totalmente. Se han fabricado motores para automóviles en cerámica porque no se desgastan como los motores hechos con metales. Cuchillos que no pierden su filo y se ha utilizado en naves al espacio, los transbordadores que vuelven a la Tierra están protegidos con placas de carburo de silicio para soportar el calor intenso al entrar a la atmósfera. La cerámica es el material más duradero en la Tierra. El barro, una vez cristalizado no se deteriora, por eso lxs arqueólogxs encuentran cerámicas antiguas en estado impecable.
CF: Durante tu formación como ceramista, ¿entre lxs estudiantes predominaba algún género en particular (mujer, varón, otrx)? Y respecto a lxs profesorxs? ¿Lxs artistas que se estudian en su mayoría son todos hombres como sucede en la historia del arte?
P: Voy a contar una anécdota con respecto al género: trabajé en la creación de la Universidad Indígena de Tauca desde 2001 al 2004. Allí convocamos a estudiantes de varias etnias venezolanas. Todos muchachos representantes de sus comunidades. El primer año trabajamos con varones por razones de infraestructura, todavía no podíamos convocar a las mujeres para mantener un orden social entre los jóvenes. Todos tienen una memoria del oficio cerámico, aunque se estaba perdiendo por verse forzados a dejar sus lugares de origen por la invasión de las culturas criollas. Mi tarea era reintroducir esta tradición y reforzar sus valores.
Estos muchachos eran reacios a trabajar con el barro, decían que es una tarea de las mujeres... decidí tomar imágenes de piezas arqueológicas descubiertas en Venezuela. Piezas únicas y obras sorprendentes. Recubrí todo el taller con fotocopias de estas imágenes. Cuando entraron al taller los estudiantes les pedí que las observen bien. Luego les pregunté quién las hizo, si un hombre o una mujer. Hubo un tiempo de silencio, y al rato cada uno tomó arcilla y se puso a amasar.
CF: ¿Crees que se asocia a la cerámica con las mujeres? ¿Cuánto hay de cierto en el prejuicio de que las mujeres ejercen este oficio en mayor proporción que los hombres?
P: Creo que corresponde a los tiempos de la humanidad. Antiguamente los hombres se dedicaban más al oficio cerámico. Ahora somos más las mujeres las que lo trabajamos.
En mi opinión no hace diferencia, lo importante es la obra o la pieza. Existen piezas muy sensibles hechas por hombres y piezas muy “masculinas” hechas por mujeres. El hecho de que se publiquen o hablen más sobre ceramistas hombres en estos tiempos demuestra donde estamos como sociedad. Pero con el tiempo permanecerá la obra.
CF: Otra de las ideas instaladas es que para hacer cerámicas se requieren muchos insumos e instrumentos costosos, como horno o torno. Para quienes no cuentan con estos elementos, ¿es posible hacer cerámica con pocos recursos?
P: Se puede hacer cerámica donde se encuentra arcilla. Por suerte es el material más abundante en la Tierra. Depende donde esté viviendo la persona que quiera dedicarse a este oficio. Si está en la naturaleza no necesita sino la pasión de descubrir y descubrirse con el barro. Si vive en la ciudad invariablemente tendrá que buscar la manera. Lo más importante es el horno, él es nuestro maestro, nos devuelve el resultado de nuestro trabajo. Hay infinidad de hornos, desde los más sofisticados a la posibilidad de fabricarlos unx mismx. Depende de lo que busca la persona y depende de cómo se aprende a trabajar con lo que tenemos a mano y dentro de las posibilidades. He visto piezas fuera de este mundo hechas con ninguna tecnología moderna, pero sí con mucha tradición del oficio.
Para concluir, este es un oficio donde no alcanza la vida para aprender todo. Las puertas que nos abre son muchas y de manera consciente o no, nos lleva a explorar en nuestro interior un camino que al andarlo dejamos las piezas como testigos de ese camino.