Nació en Inglaterra en 1912, vivió sus primeros trece años en la India. Se graduó de matemático en King’s College, Cambridge y luego fue a estudiar y trabajar a Princeton. Se lo considera uno de los “padres” de la computación, entre sus investigaciones se destaca el “problema de la desición”, que predijo y brindó el marco teórico que determina qué tipo de problemas puede resolver una computadora y cuáles no. Además, tuvo un rol clave en la Segunda Guerra mundial, liderando exitosamente el proyecto Enigma, en donde se descifraban mensajes secretos de los Nazis, inclinando así a favor del bloque aliado la balanza. También hizo contribuciones importantísimas a la biología, donde propuso que la difusión es un mecanismo capaz de generar patrones como bandas periódicas, puntos, espirales o incluso patrones más complejos a partir de un estado inicialmente homogéneo. Estos patrones, que pueden dar origen a las formas en los organismos vivos, son conocidos como "patrones de Turing".
Alan Turing era homosexual. En 1952 fue sometido a juicio por eso. Él no se defendió, ya que no tenía de qué disculparse, y el juez lo encontró culpable, dándole a elegir entre la cárcel o someterse a un tratamiento para curar la homosexualidad. Turing eligió lo segundo y tuvo que someterse a inyecciones periódicas de estrógeno (hormonas), que le generaron cambios muy fuertes en su cuerpo y también depresión. Finalmente, en 1954 Turing se suicidó en su casa a la edad de 42 años, ingiriendo una manzana con cianuro. En el día del Orgullo reivindicamos a Turing, víctima del homo-odio, perseguido por ser gay hasta que encontró la muerte como única escapatoria al odio. ¿Cómo hubiera seguido esta historia sin la persecución y la criminalización de Turing por ser homosexual? No podemos saberlo. Pero sí podemos tenerla en nuestra memoria, para que el odio y la persecusión a la comunidad LGTBIQ+ dejen de existir.