Berta Cáceres

Berta Cáceres

Mientras tengamos capitalismo este planeta no se va a salvar, porque el capitalismo es contrario a la vida, a la ecología, al ser humano, a las mujeres"



Berta Cáceres nació el 4 de marzo de 1971 en La Esperanza, Honduras. Criada en la comunidad indígena lenca, la lucha de su pueblo, y en especial la de su madre (una valiente enfermera llamada Austra Bertha Flores), la inspiraron y encendieron el fuego de su activismo desde corta edad.

En 1993 cofundó el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) con el objetivo de luchar en defensa del medio ambiente, el rescate de la cultura lenca y elevar las condiciones de vida de la población de la región.

Con un enorme coraje, Berta denunció que a partir del golpe de estado de 2009 en Honduras se vio un crecimiento explosivo de megaproyectos relacionados con actividades extractivas de minería en la región. Estos impactaron especialmente sobre las comunidades indígenas del país, ya que se otorgaron por decenas de años las concesiones del 30% de ríos y territorios a empresas extranjeras, desplazando a los pueblos nativos de su espacio.

A raíz del permiso de explotación del río Gualcarque, sagrado para los lencas, inició junto a sus compañerxs una pelea contra la empresa Sinohydro, la consultora más grande del mundo en represas hidroeléctricas. Mediante acciones pacifistas de organización comunitaria bloqueaban el ingreso de la empresa al territorio, al mismo tiempo que desarrollaban presentaciones legales a organismos como la CIDH. De esta manera, en 2013 consiguieron que no se construyera allí la represa hidroeléctrica que ponía en riesgo la vida de los pueblos de la zona.

Mediante acusaciones burdas a su imagen tanto las compañías constructoras como la policía y los militares hondureños iniciaron una campaña sistemática de represión, acoso y amenaza contra Berta y otrxs activistas locales y grupos indígenas. En respuesta a las manifestaciones pacíficas, los militares abrieron fuego asesinando a compañerxs de Berta. Esto no la detuvo para seguir denunciando públicamente el acoso y persecución de los pueblos indígenas y el robo de sus tierras por parte del gobierno de Honduras, y en 2015 aceptó como reconocimiento a su trayectoria ecologista el renombrado premio Goldman.

Habiendo recibido de manera permanente amenazas de muerte, Berta consiguió exiliar a su madre e hijxs, pero continuó viviendo en La Esperanza. Allí es donde, en 2016, fue asesinada una semana después de haber denunciado el homicidio de cuatro dirigentes de su comunidad. Su funeral, de una asistencia multitudinaria, se transformó en un homenaje popular y un reclamo de justicia. Posteriormente se logró probar que el femicidio fue llevado a cabo bajo las órdenes de los empresarios afectados por su activismo.

No nos quedan dudas que Berta molestó por su valentía, por sus reclamos justos y por su habilidad para despertar y organizar a su pueblo, así como también por ser mujer. Concibió su lucha por las comunidades originarias inescindible de la defensa ecologista y del feminismo. En sus palabras “mientras tengamos capitalismo este planeta no se va a salvar, porque el capitalismo es contrario a la vida, a la ecología, al ser humano, a las mujeres"