Lynne Talley nació en 1954 en Nueva York. Es física e investigadora especializada en oceanografía física. Su objeto de estudio es la circulación general de los océanos y las variaciones que ocurren en la atmósfera y en el océano capaces de afectar las corrientes oceánicas.
Realizó su carrera de grado en física, y al mismo tiempo se recibió de pianista, actividad que sostiene hasta el día de hoy. Posteriormente realizó un doctorado en oceanografía física en el Massachusetts Institute of Technology y en el Woods Hole Oceanographic Institution. Luego de un postdoctorado en la Universidad de Oregon, obtuvo una posición en el Scripps Institution of Oceanography de la Universidad de San Diego, en California, donde ha trabajado desde 1984, y en donde fue nombrada profesora distinguida en 2012.
Su investigación incluye la recopilación y el análisis de datos de la mayoría de los océanos del mundo, teniendo en cuenta el balance de calor y salinidad, la formación de masas de agua y otros factores que influyen en la dinámica oceánica, poniendo especial atención a las regiones subpolares. Esto ha llevado a Lynne a liderar programas de impacto internacional sobre circulación oceánica mundial, y se ha convertido en una referente del Intergovernmental Panel on Climate Change (IPPC) en cuestiones relacionadas con el cambio climático y los océanos. Tiene muchas publicaciones académicas, y sus libros de texto sobre oceanografía física son sumamente usados para la formación de estudiantes de carreras afines.
Actualmente, Lynne se desempeña como líder del programa de observación Southern Ocean Carbon and Climate Observations and Modeling (SOCCOM) que mediante estaciones instaladas en boyas recopilan datos y permiten a la investigadora y a su equipo analizar la concentración de carbono en el océano a nivel mundial, actualmente en aumento como fruto de las actividades humanas (como la quema de combustibles fósiles) y que conlleva a desequilibrios en el sistema marino e impacta en la vida en la tierra a escalas inimaginables. El proyecto, en palabras de Lynne, “es realmente emocionante, porque nos ayuda a construir mejores modelos que describen el clima, con el objetivo de comprender cómo interactúa todo”.
Ilustración: Meli Scotti (@fuemeli)